Black Sabbath en Argentina: ¡El metal está más vivo que nunca!

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La banda fundadora del Heavy Metal tocó por primera vez en la Argentina el pasado domingo 06 de Octubre  en el Estadio Único de La Plata. El concierto, que contó con la presencia de miles de fanáticos,  formó parte de la gira mundial que están realizando por la presentación de “13”, su último álbum de estudio.

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Es muy difícil para mí intentar escribir y describir un acontecimiento de tanta magnitud como el que tuve la suerte de presenciar. Para que usted, lector y lectora de estas palabras, pueda tomar dimensión de lo que estoy hablando va a ser conveniente que me remonte a un par de décadas atrás.

En el año 1968, mayormente recordada por la música hippie, nace en Inglaterra una banda que crearía un estilo musical totalmente nuevo y desconocido para el mundo entero: El Heavy Metal. Esta banda, como usted ya debe imaginar, se llamaría Black Sabbath y estaría conformada desde sus orígenes por: Ozzy Osbourne (voz), Tommy Iommi (guitarra principal), Geezer Butler (bajo) y Bill Ward (batería).  A partir de ese momento el Metal se expandiría a todo el mundo creando nuevos y distintos subgéneros. Por lo tanto es preciso decir que todos los conjuntos metaleros tienen y tendrán algo en común: ¡Todos son hijos de Black Sabbath!

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Crónica del concierto

Muy temprano en la mañana, la ciudad de La Plata se notaba convulsionada tratándose de domingo cualquiera. Pues, no sólo habría un recital, sino que a unos cuantos kilómetros se jugaría el súper clásico del fútbol Argentino. Había muchas personas con remeras de River y de Boca, pero en su mayoría eran remeras negras con la inscripción de: “Black Sabbath”, “Ozzy Osbourne” y demás bandas del Metal Argentino e Internacional.  En las cercanías del estadio, ya en la tarde, se podían observar distintos puestos donde se vendía ropa (remeras del show), comida y toda clase de bebidas.

A las 18 hs. salió la primera banda al escenario: “Horcas”, conjunto de Heavy Argentino fundado por el recordado Walter Civile (ex v8).  El concierto duró menos de una hora y aún había muchas personas sin ingresar al Estadio. Luego de un breve receso se produjo el segundo gran acontecimiento del día: “Megadeth”, la banda estadounidense de thrash metal, pisaba fuerte el escenario para hacer vibrar a los miles de metaleros presentes. Hay que aclarar que había muchos que fueron al show sólo por verlos a ellos y de paso ver a Black Sabbath. Sin ser exacto el concierto duró una hora. ¡Fue un aperitivo de lujo! Había cinco pantallas que acompañaban con imágenes a David Mustain y al resto de los músicos, mientras sonaban clásicos como: “Hangar 18”, “Peace Sells” y “Symphony of Destruction” (Con el grito de “Megadeth” de fondo).

Una vez que tocaron las bandas teloneras se produjo el último receso de la noche (con música de AC/DC de fondo).  El estadio estaba casi colmado y la expectativa crecía con el correr de los minutos. Fue exactamente a las 21.15 horas cuando se apagaron las luces y una sirena (como la de los bomberos) comenzó a sonar e iluminar de rojo en la oscuridad para anunciar lo que todos los presentes estábamos esperando: Black Sabbath estaba entre nosotros.

El primer tema fue “War Pigs”, ¡Impresionante! Fácilmente se podía disfrutar de todos los instrumentos, cada uno tenía un volumen muy alto y un sonido muy claro. Lo mismo sucedía con la voz. Y aquí quiero hacer una mención especial para el maestro, para el gran Ozzy Osbourne: estamos hablando de una persona de 65 años que mantiene su voz intacta y no ahorra energías para expresarse ante su público. El loco Ozzy demostró estar más vivo que nunca y con mucha cuerda para seguir rockeando por doquier.

La gente acompañaba cada canción bailando, saltando, cantando, coreando y armando rondas entre ellos que se romperían por el pogo. Se notaba que cada una de las almas presentes vivía el show como lo que fue: la primera y última vez que Sabbath tocaría en Argentina. Al finalizar cada canción se podía escuchar en cada rincón del estadio el clásico cantito tribunero: “¡…Ole Ole Ole Ole Sabbath, Sabath…!”

Los temas que siguieron fueron “Into de Void”, “Under the sun / Every day comes”,  “Snowblind” y “ Age of reason”(tema perteneciente a “13”, el último álbum de estudio).

Fue en la sexta canción cuando se apagaron todas las luces y el estadio quedó a oscuras. El sonido de lluvia y campanas de fondo comenzó a sonar anunciando lo que estaba por venir. Si usted es fanático de la banda ya sabe de lo que hablo. Tommy Iommi nos erizó la piel cuando comenzó a tocar “Black Sabbath” el primer tema del primer álbum de estudio. Nada más para agregar, pero esta joya merecía un párrafo especial.

Las canciones procedentes fueron “End of the Biginning”,  el clasico “N.I.B” (con un solo de bajo impresionante de Geezer Butler), “Fairies Wear Boots” y “Rad Salad”. Fue entonces el momento de que se luciera el baterista Tommy Cufletos (Remplazante de Bill Ward) con un endemoniado solo que no tenía otra intención que dar paso a uno de los temas más esperado de la noche: “Iron Man”.  ¡Fue emocionante! Toda la gente del estadio, incluyendo campo y platea, saltaba, pogueaba y coreaba no sólo la letra, sino también los satánicos riff  que salían de la Gibson de Tommy.

Ya quedando poco para el final sonó “God is Dead”, “Dirty Women”(¡temazo!) y Children of the Grave (Tema poguero por excelencia). Fue entonces cuando los músicos saludaron al público y se retiraron. Luego de un muy breve receso, a oscuras, volvieron para cerrar la noche con el esperado “Paranoid”. Quien no tenía fuerzas, sacaba energías de donde no había para saltar y cantar este clásico. Quien no sintió la adrenalina correr por su cuerpo mientras sonaba este ícono del metal, simplemente no tiene sangre en las venas.

Fue un concierto que quedará grabado en la memoria de todos los presentes. En mi caso fue el mejor al que asistí y dudo que alguien pueda superarlo. Fue una noche especial, histórica e irrepetible. Hasta el clima nos acompañó. Tanto Ozzy como Tommy y compañía demostraron que los años, para algunos, no pasan. ¡Dieron cátedra! Una lección de cómo tiene que ser un show. Si alguien pensaba que el Metal estaba muerto se equivoca, ¡Está más vivo que nunca!

¡Vida eterna para Black Sabbath!

A continuación, un video de lo sucedido:

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Dr. Metal

La diferencia es una muerte

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Durante el comienzo del recital de Iron Maiden en River, una de las vallas cedió y provocó el corte momentáneo del mismo. ¿Cuánto se preocupa la organización de un show multitudinario por su público?

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El  viernes 27 de Septiembre en el show de Iron Maiden en River, una de las vallas de contención cedió en una de sus tres partes. Esto sucedió apenas empezó el show, promediando la primera canción. Por casi 30 minutos el recital estuvo detenido a la espera que se solucione el problema, para lo cual la banda ayudó a mantener la calma de la gente (sobre todo el cantante Bruce Dickinson).

En muchos lados (Twitter, Facebook y revistas del palo como «Rolling Stone») leí sobre «el profesionalismo de la banda que impidió que sucediera una tragedia», y me acordé del show que dió Las Pastillas del Abuelo en Ferro en 2009, donde tras ceder una valla de contención, murió una chica de 20 años.

Y me pregunto: ¿En serio se van a poner a hablar del profesionalismo de la banda inglesa? ¿En serio se van a poner a hablar del pedazo de show que dió Iron Maiden? ¿Por qué no hablan de lo que hay que hablar?

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Un show de nivel internacional que empezó a armarse a las apuradas con un partido de fútbol en el medio (River disputó un partido internacional con el escenario armado atrás de uno de los arcos), sobreventa de entradas y muchos «pases free» por arreglos con los barrabravas del club, una organización que cada vez se preocupa menos por el público y demasiado por cotizar alto las entradas. Una valla que fue destruida, otra detrás que no permitía retroceder, sólo había salida por los costados; obreros soldando en medio de un recital de 60 mil personas.

Seguramente Iron Maiden dio una gran show. Y seguramente las crónicas apenas mencionarán como una anécdota la valla que cedió. No pasó eso luego del show de Las Pastillas del Abuelo: a la banda y a su público se los trató de irresponsables y se los criticó hasta el cansancio. La diferencia es, nada más y nada menos, una muerte.

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Perro Negro Granjero

Música para camaleones

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¿Quién dijo que el rock es un género privativo de los hombres? Con “MRLNS” el rock se pone tacos altos, combinando sensualidad y audacia. El sábado pasado presentaron su primer disco, “Chameleons of the night”, en Casa Rock. COMUNA estuvo ahí y te cuenta cómo fue.

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“MRLNS” surge del proyecto de formar una banda rock indie de chicas. Así, desde fines del 2011, ya la con formación actual comenzaron a trabajar en la composición de “Chameleons of the night”. Lo cierto es que estas cinco mujeres en poco más de dos años supieron grabar su primera producción discográfica, fueron ganadoras del Hard Rock Rising 2012 en Argentina -compitiendo mundialmente con otras bandas- y ya están haciendo otro disco. Vertiginoso, ese es el término que empleamos para referirnos a la joven e intensa carrera de MRLNS, a lo que Candela Arraigada acotó a COMUNA: “Todo se dio muy rápido y todavía no podemos creerlo. La respuesta de la gente acá en Mar del Plata y en otros lugares del país todavía nos sorprende, y eso quiere decir que de alguna forma hay cosas que no controlamos y se dan de manera natural.”

Con el legado de bandas como Foo Fighters, Arctic Monkeys, The Strokes, The Killers, Kasabian, Nirvana, MUSE -entre muchas-, MRLNS hoy es Candela Arraigada en voz y segunda guitarra, Julieta De Cicco en primera guitarra y coros, Ayelén Peralta en bajo, Valentina Dorzi en batería y Cecilia Sosa en sintetizadores y pandereta.

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mrlns

Foto: Leonardo Spinelli

MRLNS tiene un estilo. Si bien –como nos pasa a muchos- no les gusta el encasillamiento, en “Chameleons of the night”, hay una línea de sentido que se mantiene en todas y cada una de las canciones. Dicen sus protagonistas: “Estaría bueno que suceda algo parecido como con los Bee Gees o los Beach Boys que apenas escuchas la música, sabés automáticamente qué banda es aunque no conozcas el tema.” Por eso, al escuchar “Chameleons of the night” –actividad que, sinceramente, recomiendo- observamos que hay ciertos aspectos que aparecen –quizá desde perspectivas diferentes- en todo el disco. La noche, lo animal, los cambios del día a la noche, o de noche en noche, las máscaras y las caretas: “Es algo que como espectadoras y partícipes del jolgorio de la noche, pudimos apreciar y vivir. “Chameleons of the night” es el nombre que le dimos a una insistencia natural que encontramos en nuestra forma de componer.” En este sentido, sobre todo la canción “Pistols” (video que con ustedes compartimos) sintetiza conceptualmente la propuesta musical de “Chameleons of the night”. Dice “Pistols”: “There’s something that you cant’t see, cause they dont’t show the trutht of their soul, they are the chameleons of the night”.

El sello de MRLNS estuvo presente el sábado pasado en Casa Rock. Y, si bien el tiempo marplatense no ayudó mucho, el lugar estaba lleno: familiares, conocidos, músicos y amigos estuvieron allí presentes junto a quienes no habíamos escuchado más que alguna canción circulando por las redes sociales. El recorrido del show fue tal cual su ubicación en el disco. Con relincho de caballo y todo.

Entre sus proyectos a futuro –no muy remoto- las MRLNS manifestaron que seguirán presentando su primer disco aquí y en otros lugares del país y, a la par, continuarán trabajando en la composición del próximo. Pero, como señala Candela Arraigada, “ahora es el momento de “Chameleons of the night””. Y claro que lo es. No obstante, como sabemos, Mar del Plata  es una ciudad que musicalmente tiene muchos buenos artistas pero “la mayoría –señala MRLNS- para poder solventar su música propia tiene que salir a tocar ‘covers’ porque es lo que vende”. Esto propicia que, muchas veces, la propia banda tenga que pagar para poder llevar a cabo un recital, lo cual resulta irónico.

Compartimos una canciones de las MRLNS titulada Pistols:

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Gloria Carré

Nenes de antes

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A finales de 2011 escuchamos y vimos por última vez a Divididos en Mar del Plata. Ya no vienen todos los años. “Escuchá… sentado por un rato” idearon los afiches promocionales del show que se realizó durante ese año en el Teatro Auditorium. Impecable. Sonido demoledor aún en formato acústico y una destreza extraordinaria en la ejecución. Sobre el final, todo se desajustó un poco. Resabios de la vieja cultura rockera. La que supo ser contestataria y rebelde. Aquella que molestaba a padres, abuelos y a todo representante jeronte de una sociedad represiva. Nos paramos y arremetimos hacia el escenario cuando sonó el bajo de “Nextweek”. Olvidamos las butacas del Auditorium. En “Ala Delta” hubo un pogo complejo por las características del lugar. Todo terminó.

El pasado viernes 28 de junio Divididos volvió a Mar del Plata. No escuché las publicidades, no vi carteles. Algún que otro comentario en las redes sociales. Amigos que te avisan porque conocen sobre tu fanatismo. Un día antes –porque no tiene el mismo sabor sino hacés las cosas siempre al límite- me acerqué a comprar la entrada: 200 pe. Me habían comentado. Hacía meses que no escuchaba a la banda. Aposté a una noche sublime. Pude perder. Uno sabe qué va a ver cuando asiste a un recital de Divididos, pero hay pequeños detalles que pueden modificar las condiciones en las que uno vive la experiencia.

El riff que introduce la canción “Salgan al Sol”, perteneciente a Billy Bond y la Pesada del rock’n’roll, marcó el inicio de un show que originó sensaciones similares a las que provocaría un partido entre el Brasil del ´70 y el Barcelona de Guardiola, ida y vuelta, con golazos y lujos constantes. Todo esto invitó al público a desbordar las instalaciones de GAP, saltando, amontonándose unos con otros, creando focos vacíos para luego incorporase en ellos durante los estribillos de las canciones y hacer que las emociones exploten.

Nada nuevo podría contarle a alguien que ha visto a Divididos en vivo sobre su sonido. Poderío, estabilidad y solidez son algunas de las palabras que sabrían acercarse a una descripción de las sensaciones que el oído descubre en un ambiente musicalizado por esta banda. Un bajo que conduce, fuerte y seguro, mientras rebailotea a la par de la batería. Transita y se resbala sobre esas cuatro cuerdas a paso firme. Tan firme que hasta pifiando la escala, suena bien. Diego Arnedo toca cada vez mejor. La batería es ejecutada por un boxeador nato. No sabemos si Catriel Ciavarella se entrenó con una masa en cada mano para tocar la batería o si cada vez que tiene un show se enoja a propósito, pero lo cierto es que la caga a palos. Pero además de tocar con esa actitud salvajemente animal posee unas virtudes rítmicas inigualables. Voy a simular que Ricardo Mollo no me gusta tanto y sólo voy a decir que sus cualidades rítmicas a la hora de solear con la guitarra dan cuenta de los años que hace que toca. 45 horas por día. Simplemente eso, se sabe todos los yeites que existen.

La relación dialéctica entre la música que vino del escenario y la que iba hacia él por parte del público le otorgó ese plus, ese detalle que provoca que la noche no sea una noche más. Divididos nos ofreció una terrible jornada de rock. El público devolvió: “Luca no se murió, Luca no se murió, está tocando con Pappo para los pibes de Cromagnon”. Divididos hizo que un pibe de 7 años toque la batería en “Ala Delta”. El público le regaló la ovación de la noche. La reserva está funcionando, hay Divididos para rato.

Un amigo me dice que la cultura rock ya murió. Que los padres llevan a sus hijos a los primeros recitales. Que les compran los instrumentos para armar la primera banda. Que los llevan de acá para allá. El rock era contestatario y rebelde cuando tenías que conformar tu banda a pesar de tu familia, de las autoridades escolares, etcétera. He tratado de discutirle, pero creo que tiene razón. Mi amigo es un pesimista, pero no por eso deja de ser realista. El rock ha sido adaptado a un formato que puede ser consumido por la familia, el Estado y otras instituciones que sostienen el capitalismo. Hasta el vicepresidente de nuestro país se hace pasar por rockero. Las familias se organizan para ir a ver bandas y lo hicieron para ver a Divididos. La situación parece decretar la muerte de la cultura rock, de la cultura contestataria. Pero ¿podemos acaso permitir esto? La cultura Rock sobrevivió a los ´90 como un grito desesperado de la clase trabajadora. ¿Tan aceitados están los engranajes represivos del capitalismo que no podemos generar una nueva cultura contestataria? Creo que sí.  Sin embargo, podemos seguir disfrutando de noches rockeras, construyendo nuevas relaciones y craneando hasta el hartazgo con la posibilidad remota de hacer tambalear la maquinaria que destruye la cultura alternativa.

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por Gris Topo

Festival Desde el Mar III, más allá del escenario

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Estuve varios días dando vueltas con esta nota. Intenté pensarla de forma “objetiva” y en cierto modo empecé a hacerlo, pero me sonaba artificial. Creo que me resulta difícil hablar del Festival Desde el Mar de esa manera. Con lo cual, vamos a dejar los datos más técnicos para otras notas muy buenas que ya han circulado o para que cada uno los busque en la página oficial.

No quiero hablar desde afuera, porque en cierto modo hemos aportado algún granito de arena con algún trabajo, porque se trata de amigos que llevan a cabo un proyecto inédito en la ciudad, y porque al ser una experiencia que está en constante crecimiento, y que ha renovado la escena marplatense, nos afecta directamente. De esta manera, estamos contentos y orgullosos al respecto. Por lo tanto, realizaré una apología.

Desde el mar vino a reivindicar a todos aquellos que vivimos en Mar del Plata, a todos aquellos que elegimos quedarnos y pelear por un lugar en actividades donde no había un sendero marcado, donde todo cuesta el doble o el triple. Tengo la sensación de que es una actitud etárea, con la influencia del hazlo tú mismo de aquellos que crecimos con esa experiencia definitiva del 2001. Aprendimos que el camino se hace de forma colectiva, nadie se salva sólo, y entre todos decidimos, simultáneamente, que acá plantábamos bandera.

La fortaleza surgida de un colectivo de bandas ha dado como resultado un festival que, a estas alturas, ya ha forjado una mística propia. Por algo sucedió que el fin de semana largo, el cual prosiguió a una de las semanas más frías del año, lo pasamos encerrados en un teatro del centro volándonos la peluca y haciendo crecer la tribu.

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DEM 2013

Foto: Martín Xaro

Está clarísimo que sin el nivel musical no hay festival que valga, eso no está en discusión. Musicalmente hablando, este evento está para las grandes ligas. La propuesta fue variada, tuvo una amplia gama de colores, se mantuvo un equilibrio en las tres maratónicas jornadas, las bandas tienen espalda por sí mismas e incluso muchas tienen bastante ruta. Pero creo que uno de los elementos más particulares e interesantes del festival es la cocina, lo que sucede tras bambalinas.

Ya lo hemos mencionado en notas anteriores, pero no deja de ser necesario volver a hacerlo: para que un evento de estas magnitudes, organizado de forma autogestionada, salga con el nivel de precisión que sale, hace falta el compromiso incondicional de todo un grupo de personas.  Dicho grupo está compuesto en mayor medida por los mismos músicos. Así, cada año, cada edición es un poco más cuidada. Cada año se busca sumar una cosita más, subir un poquito más la varilla. Entonces, se ha ido tomando nota de una cosa, de otra, de ideas, de sugerencias. Aquello que en algún momento se dejó pasar –o lo que no se pudo hacer, o lo que apareció en el camino– se mejora, se aplica o se evalúa nuevamente. Toda la experiencia es un gran laboratorio y se aprende haciendo, errando, tocando y caminando.

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DEM 2013 1

Foto: Martín Xaro

Cuando los chicos de las cámaras entraron en el backstage a registrar lo que acontecía durante los tres días, esperaban encontrarse con una tribu de monos agitadores, descontrolados todo el tiempo. Pero de pronto se hallaron recorriendo todos los recovecos en la búsqueda de algún signo de alboroto. Los dos primeros días, principalmente, se les complicó bastante, todo el mundo estaba cumpliendo tareas asignadas previamente y a nadie le quedaba otra que llevarlas a cabo. No se puede desequilibrar la ecuación, para que funcione, todos tienen que estar en sus posiciones. El trabajo es ameno, no hay un jefe que le niegue el trago a nadie, pero se sabe muy bien: hay que cumplirlo. Se trabaja duro, pero se disfruta: ¿cómo no se va a disfrutar de hacer semejante cosa con tus amigos del rock, de toda la vida de rock marplatense? ¿Cómo no se va a disfrutar estar llevando a cabo un hito en la cultura local?

Por eso, todo tiene que salir cada vez mejor, la escenografía tiene que estar planificada y reluciente, el mapping no puede salirse un milímetro de foco, el tipo de pantalla tiene que garantizar el buen funcionamiento de las visuales, el telón no puede obstruir un solo centímetro a las luces, el sonido no puede largar una fritura, los volúmenes tienen que ajustarse según lo que la arquitectura del lugar exige, tiene que haber un arsenal de cables y micrófonos listos para suplantar cualquier desperfecto, cada uno tiene su instrumento pero si falla, el show debe continuar con el de un compañero que lo preste, el reloj se convierte en metrónomo de los movimientos de todo el equipo, la difusión tiene que haber sido un pulpo y el streaming tiene que estar listo para transmitir hacia todo el mundo y mostrar la gran obra. Detrás de toda esta maquinaria hay personas, hay músicos que no sólo se encerraron en la pieza a tocar, sino que se organizaron. Los músicos se asociaron con otros amigos –los cuales aportan desde lo suyo– y con gente que se ocupa, gente que encontró en este proyecto no sólo un sustento, sino una camiseta. La cultura del rock moría, la estaban aniquilando, Cromagnon fue un golpe casi letal, pero se reinventó a sí misma, se organizó y está más viva que nunca.

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DEM 2013 5

Foto: Martín Xaro

El paradigma cambió, ya no es el sálvese quien pueda. A partir de ahora, se trabaja en equipo. Uno de los chicos me decía con mucha sagacidad: “acá no es ese tipo de festival donde venís a tocar y a pintarle la cara a la otra banda, acá importa que el festival salga perfecto”. Eso refleja claramente el espíritu: no a la competencia, sí a la cooperación. Uno no puede pretender tocar más si ya cumplió su tiempo, uno no puede desequilibrar la ecuación para verse beneficiado de forma unilateral, porque se parte del respeto entre todas las partes. Eso es algo novedoso en el ambiente.

Además, algunas de las cosas que hablábamos eran sobre la idea de que la experiencia DEM no genere sólo las ganas de sumarse a algo ya funcionando, sino que sirva de ejemplo para que surjan nuevos Desde el Mar, con otra identidad: más bandas amigas que se junten y que pongan sus energías y su creatividad en otro proyecto colectivo. La multiplicación de los panes. Y estas intenciones no quedan sólo en las palabras, efectivamente, este año lo novedoso fue la inclusión de dos encuentros gratuitos de socialización, de formación, a cargo de gente especializada en el tema: Taller de autopromoción audiovisual para músicos  a cargo de Carla Sanguinetti –productora general y realizadora de Sonido Ambiente– y Comunicar música / Desafíos de la difusión en un mundo hiperconectado por Carlos Sidoni –Agente de prensa y Gestor Cultural Prensa–. Porque además de trabajar de forma colectiva localmente, Desde el Mar se sumó a una red de colectivos a nivel nacional (Tica Red) y forma parte del programa Recalculando. El caudal de intercambio es, de este modo, multidireccional y mucho más rico. Así, el colectivo de músicos no sólo produce música y autogestiona sus eventos, sino que además brinda herramientas de formación incluso para comunicadores, artistas de todo tipo, periodistas, diseñadores y todo aquel que busque nutrirse de esta lógica.

Entonces, también le comentaba a otro de los chicos pensando en las nuevas generaciones que se van acercando, que si hace 10 años hubiéramos tenido la oportunidad de ver algo así, hecho por gente de la ciudad, realmente hubiera sido detonador. Nosotros nunca vimos un evento de este estilo, concebido, sentido y forjado acá. “Pero –me retrucó con agudeza–, nosotros vimos otra movida, vimos a Ceferino Reyes y todas las cosas de aquella época”. Es cierto, de hecho, vimos incluso las movidas de Mal de Parkinson, Ligeia Circus, Kainoas, Ubika y un montón de otras bandas que en su momento iniciaron el camino a su manera y nos marcaron para siempre. Esto nos lleva a cavilar sobre qué clase de marca dejará esta experiencia en dichas generaciones venideras.

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Foto: Martín Xaro

El Festival Desde el Mar es un festival de música y es un compendio de muchísimos factores, los cuales implican trabajo, pero también satisfacción, lógicas cooperativas e interdisciplinarias, apuestas audaces, intercambios generacionales y mucha pasión. Efectivamente la música nos viene reuniendo a lo largo de los años, la música que nos lleva por paisajes ventosos, por recorrido impasibles, la que nos da un toque calido en el pecho, nos sacude violentamente o nos transporta hacia las elucubraciones más personales. Parece ser que a lo largo de este camino nos seguimos retroalimentando y en este proceso se seguirá forjando nuestra identidad cultural.

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Dr. Simio

Se presentaron en el Festival Desde el Mar III:

HASTAMAÑANA, SIMMUR, ZOOT, ALDOUS, FRANCISCA Y LOS EXPLORADORES (Córdoba/La Plata), SILENT, LUZPARIS, VENUS DE MILO, MUERTE DEL ROMANCE, RESONANS (Bariloche), SALAM ALEIKUM, LOS TANTRA, ALFONSINA, LAS TORTURAS NINJA (Miramar), GÜACHO (La Plata), HEADQUATES.

 Web Oficial: http://desdeelmar.com.ar/

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 Notas Relacionadas:

 La cobertura de Suenan Olas

 “Festival Desde el Mar III: La refutación para los desilusionados”

 “Para los que quieren rock”

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Antiguas notas de COMUNA

 A buscar la tabla porque se viene…

 El under marplatense tiene su festival

 Desde el Mar suma en bloque

Una montaña rusa de sensaciones

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El sábado 6 de abril Regina Spektor se presentó en G.E.B.A. ante miles de personas. Fue su segunda visita al país, en el marco de la presentación de su último disco ‘What We Saw from the Cheap Seats’.

Un piano de cola acompañado por una batería, un violonchelo y un teclado. Nada más arriba del escenario. A primera vista un estadio abierto no parecía el mejor lugar para tal formación. Sin mencionar el tren que pasa por al lado cada 10 minutos. Pasadas las 22 hs., frente a miles de personas que se sumieron en absoluto silencio ante cada susurro, Regina Spektor salió a escena. Sola, con su micrófono, su ágil delicadeza y su voz desnuda, comenzó a cantar Ain’t No Cover a capella, marcando el ritmo con sus dedos, maravillando a la audiencia con una técnica impecable, segura, y no por eso menos expresiva.

La lista de temas que desarrolló fue muy dinámica, manejando climas completamente diferentes y manteniendo la constante atención de los presentes. Desde la canción más tierna, hasta el despliegue de su más enérgica excentricidad, pasando por la carga dramática, emotiva e intensa de su cover The Prayer de François Villon -una canción de su Rusia natal- Regina te sumergía en un show en el que parecía que cantaba sólo para vos, y que el resto del mundo no existía.

A diferencia de su primera visita en el 2010, en el Teatro Gran Rex, esta vez no se colgó la guitarra al hombro para rockearla crudamente. Hubo temas que no tocó -pero todo no se puede-, este setlist parecía más delicado. Sin embargo, un increíble momento de la noche fue cuando interpretó Oh Marcello! con un falso, aunque carismático, acento italiano. Una montaña rusa de sensaciones, que te hacía emocionar casi hasta las lágrimas y de repente, en el momento menos pensado, te hacía largar una carcajada.

No dejó de dialogar con el público agradeciéndole su presencia y declarándole su cariño, con su voz dulce y su humildad casi infantil, que contrastaba con su confiado desarrollo de un virtuosismo y una prolijidad poco vista antes. Se lograba escuchar, sin mucha dificultad, el suspiro embelesado de los fans que atesoraban cada palabra que salía de su boca, desde su primera frase. Se podían divisar grupos de chicos y chicas bailando, diseminados entre aquellos que se sumían a ser hipnotizados por su encanto.

Fue un placer verla tocar el piano y cantar. No se podía identificar, aunque uno quisiera, una nota calada, ni un solo vestigio de fatiga vocal, ni un desperfecto humano. Por momentos uno no distinguía si se estremecía por el frío o por la emoción. El cuidado y la prolijidad que tiene ante su música, su voz y su show habla del respeto hacia su público y eso evidencia el amor que le dedica.

Queda indiscutida la originalidad de sus letras, la manera de contar historias con un sentido de humor tragicómico y un poco retorcido, pero en la medida justa. Fácilmente maneja la acidez y la ternura en la misma canción, y mucho de su encanto pareciera residir en la cantidad de polos opuestos que maneja bajo un mismo concepto.

Con un buen sonido y un grupo de músicos a su altura, cerró la noche inundando con su calidez, pese al clima frío, comprobando que se puede sufrir y disfrutar al mismo tiempo. Emocionados y felices nos dejó ahí, en la fría Buenos Aires, superando todas las expectativas, demostrando que a ella, su voz y su piano de cola un estadio abierto no les queda para nada grande.

Dra. Nekaré y Fiesta Negra

Extras:

Lista de temas:

– Ain’t No Cover
– The Calculation
– On the Radio
– Small Town Moon
– Ode to Divorce
– Patron Saint
– How
– All the Rowboats
– Blue Lips
– The Prayer of François Villon (Molitva)
– Call Them Brothers

-Dance Anthem of the 80’s

– Better
– Don’t Leave Me (Ne Me Quitte Pas)
– Eet
– Oh Marcello
– Ballad of a Politician
– The Call
– Sailor Song
– Folding Chair
– The Party
– Us
– Fidelity
– Hotel Song
– Samson

Para escuchar la música de Regina Spektor: http://www.reginaspektor.com/music

Video de The Prayer de François Villon:

Gracias por la música

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La noche del jueves 28 de febrero el cantautor marplatense Juan Brando desembarcó en Bohemias para mostrar su música en una velada íntima. Casi veinticuatro horas después, Estrafalarios hizo su debut en Piano Bar. El recital comenzó alrededor de las 23.30 con un bar repleto de jóvenes con ansias de rock.

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La voz de la experiencia

Parecía que la lluvia iba a empañar la noche, pero nada de eso sucedió. Mientras las personas se acercaban al lugar, las nubes iban desapareciendo y los músicos iban afinando sus instrumentos, ecualizando los equipos y aprestándose al concierto.

La música comenzó cerca de las 22.30. La apertura estuvo a cargo de quién antes del show pasaba por las mesas repartiendo caramelos al público y entrecruzando diálogos con el mismo. Juan Brando tomó su guitarra e inició el recital. Se quejaba de que sonaba mal, pero no. Sus acordes melancólicos y su gran registro vocal le otorgan un sonido sumamente original en el espectro dela música marplatense.

Tras interpretar algunas canciones, Brando le dio paso a Mauro del Mar y a Nahuel Ambarpara que realicen sus intervenciones. Mientras, él volvió a interactuar con el público, esta vez entregando un folleto que en el frente tenía la imagen de un puma (que para él era un gato) y los nombres de los tres artistas del show, y en el dorso la hoja estaba vacía para que los espectadores hagan su crítica respecto del evento.

Pero Brando no había concluido. Alrededor de las 23.30, volvió al escenario y continuó con sus canciones engalanando la noche y endulzando los oídos de los presentes. Entre las canciones, comentaba alguna anécdota y contaba la historia de determinada composición. “Little bird”, “Amor perdido” y “Mariposa negra” fueron los grandes momentos de la función.

Brando reúne la experiencia y la frescura. En su música convergen Dylan y el candombe rioplatense. La conclusión es sencilla: hay que escucharlo. Para quienes desean hacerlo, aquí les dejamos una canción de Brando.

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Una noche estrafalaria

Para la banda la jornada comenzó temprano en la casa de uno de los músicos. La pizza, el vino y el rock and roll le pusieron mística a la previa de su primera presentación. COMUNA tuvo acceso a este encuentro en el que algunos acomodaban los equipos, otros inventaban canciones con un teclado que había por ahí y el resto relataba anécdotas de borracheras.

Llegó el momento de trasladarse al lugar del show. “Queda cerca, vamos caminando” dijoun inconsciente mientras afuera diluviaba y las calles comenzaban a inundarse. La mayoría transportó los equipos y aprovechó para ir en auto. Pero tres de los músicos Estrafalarios y los corresponsales de COMUNA emprendimos la caminata entre vinos, flores y lluvia hacia Piano Bar.

Estrafalarios llegó y se subió al escenario. Los músicos se colgaron sus instrumentos y ante un público entusiasta, el rock empezó a sonar. “Ella ve” y “Vuela” sonaron por primera vez frente a una audiencia. Y el descontrol comenzó con el primer cover de la noche “No tan distintos” de Sumo. El vino ya se sentía en el aire. Siguieron “London Song” y “No fue”. En “Baile en las estrellas” hubo cambio de instrumentos para algunos de los intérpretes y el público se paró a escuchar un sonido más sereno. Otro cover de Sumo “Don´t come” hizo cantar y bailar a los presentes. El bautismo woodstockero llegó con “HeyJoe” de JimiHendrix. Y el recital concluyó con “Relojes” y “Corrupta libertad”.

La banda contó con un sonido contundente, que permitió varios vuelos en clave funk, y una construcción dialéctica entre el rock y el reggae que dejaba ver influencias claras del rock nacional de los 80 y 90, combinados con el clásico rock lisérgico estadounidense de los 60.

Más tarde, los músicos volvieron al escenario, pero esta vez para compartirlo con parte del público que se acercó a zapar con la banda.

Estrafalarios con pocos meses de recorrido logra constituir una identidad rockera auténtica. La invitación está hecha para un recital donde la buena onda del público y la música se retroalimentan haciendo delirar a los presentes.

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Por Fiesta Negra, Gris Topo y Violeta Porro

A buscar la tabla porque se viene…

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Nuevamente, otra demostración de que el rock marplatense sigue afianzándose con determinación a pesar de los incesantes azotes del oficialismo vernáculo. En el arduo camino para quebrar la lógica que dicta que las bandas locales son menos que las de Capital, entre el sábado 26 y el domingo 27 de enero se dio un nuevo paso hacia adelante.

Tras la primera experiencia exitosa en la Plaza España durante enero del 2012, la segunda edición del Festival de la Nueva Ola se llevó a cabo, esta vez, en el Espacio Cultural Unzué, dispuesto en los jardines del emblemático asilo. No es menor dicho cambio, ya que implicó una mayor exposición y aún más trabajo para las bandas organizadoras. Cómo siempre, los eventos surgidos de la gente de Desde el Mar van acompañados del trabajo en conjunto, y eso es lo que produce los frutos. En este caso, al igual que el año pasado, también estuvieron secundados por la gente de Discos Wacala, otro sello independiente oriundo de Quilmes.

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Foto: Pilar Solla

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Creo que una de las grandes características del festival, la que se repitió en el relato o en el intercambio, fue el haber estado cómodos, más relajados que de costumbre, tanto los artistas como el público. El parque permitió, en gran medida, el libre albedrío: sacando el alcohol, uno podía llevar lo que quisiera… – y si te daban ganas, hasta te tirabas una siestita en patas –. Por otra parte, el escenario fue de lujo, de los que juegan en primera. Con lo cual el sonido resultó excelente, sin problemas técnicos, sin problemas de volúmenes. Esto relaja y aceita muchísimo el trabajo de los artistas. Con lo cual, efectivamente hubo un ambiente de celebración, de fraternidad entre los amigos que se encontraban de un lado y otro del escenario.

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Foto: Pilar Solla

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Durante dos días pasaron 16 bandas – una bestialidad – y un poco más de una decena de artistas que llevaron a cabo obras en vivo, en medio del parque. Respecto a las bandas marplatenses, lo que decíamos antes: no les quedó grande el escenario ni mucho menos. Los Dientes, Tantra, Luzparis, Zoot, Simmur y Venus de Milo (quienes también forman parte de Wacala) salieron a comerse la escena. Y lo hicieron. Las otras bandas visitantes también estuvieron a la altura de las circunstancias y entregaron presentaciones compactas, con sus particulares coloridos sonoros: Los Pakidermos, Camión, Un Planeta, Güacho, Pececera, Castañas de Caju, Los Acetones y Los reyes del Falsete. Finalmente, las formaciones más conocidas – Onda Vaga y Bicicletas – hicieron lo suyo y cerraron ambos días.

Tras dos años de experiencia, podemos decir que el festival La Nueva Ola – junto a lo acumulado por otros eventos que viene llevando a cabo Desde el Mar – está logrando abrir una brecha en ese hermético mainstreem veraniego que hegemoniza desde hace años el inconsciente del público local. Esto lo decimos sin negar el carácter positivo de que vengan bandas a tocar gratis, pero sí remarcando el efecto colonizador que muchas veces surte; y también sin olvidar los pseudo espectáculos berretas succionadores y lavadores de fondos que deberían ir a parar al desarrollo de la cultura local.

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Foto: Pilar Solla

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Mucha gente se acercó a una propuesta alternativa, gente de todo tipo, de todas las edades, una concurrencia completamente heterogénea, lo cual es enriquecedor para cualquier movimiento cultural con miras de crecimiento. La producción artística marplatense está demostrando mes a mes, año a año, que está a la altura de las producciones de otras ciudades con más tradición. Esto sucede sin sectarismos ni chauvinismos, con la humildad suficiente para abrirles las puertas a otros que la reman por igual en sus respectivos lugares y llegan contentos de poder venir a mostrar su música en esta plaza.

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Foto: Pilar Solla

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Finalmente, la última jornada se cerró con un fraternal encuentro en Rondó Bar, donde Francisca y los Exploradores amenizaron el brindis y las carcajadas relajadas de la misión cumplida. Confiamos en que todo esto es sólo el comienzo de un camino largo, arduo, lleno de obstáculos; pero también de satisfacciones y con grandes perspectivas. Habrá que seguir abriendo el camino a machetazos y avanzar contra viento y marea, surfeando esta ola.

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Dr. Simio

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EXTRAS:

 Web del Festival: http://festivalnuevaola.wix.com/nuevaola

La búsqueda del arte incompleto

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Les Jubilet: Mauro Scándali, guitarra -Favio Camiletti, batería- Ignacio Santos, bajo- Anahí Fernandez, acordeón- Sol, Renata y Andrea, coros.

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¿Cuánto arte puede caber en la inexpresión? Es una pregunta que remite tal vez a Daniel Buren, a la época del arte conceptual, y que me permito, con cierta desidia, renovar al momento de referirme a Les Jubilet. Porque la comunicación, fragmentada, breve, indecisa, de este grupo musical obedece, probablemente, a una búsqueda del arte incompleto, falto de toda redondez y todo rótulo, falto –o remiso- a la completitud apolínea. Se trata, en suma de un arte de los tiempos, que sin embargo trata, a tientas, de superarlos. Esta estética, esta poética que Les Jubilet desliza continuamente es un camino difícil: se trata de proponer al espectador, al oyente, que él mismo complete el cuadro. Como en la canción Bilis negra, todo se basa en una leyenda improbable, a la que es preciso redefinir y rectificar cada vez. Pero, para componer ese cuadro incompleto, hace falta, paradójicamente o no, dominar una técnica que permita inscribirse respetuosamente en un sincretismo en el que incluyo, con asumida arbitrariedad, a Alfredo Zitarrosa, Bob Dylan, Jimi Hendrix, Ben Folds y Los Visitantes (añádanse luego ad libitum los nombres que se quieran). Después, viene la búsqueda de una originalidad que no se convierta rápidamente en pose, y en eso, Les Jubilet acierta con los timbres, la armonización,  las melodías, la guitarra rabiosa.

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FOTO LES JUBILET

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Es una propuesta counter y no tanto, va y viene, vacilante, entre lo ligero y lo indigestable, lo puramente vocacional y lo comercial, incluso entre el personalismo autoral y la cooperación, por lo que difícilmente pueda convertirse en un alivio o un consuelo. A mí me parece que aunque siempre inacabado, es un trabajo encomiable el  de intentar una propuesta estética en un tiempo en que ya no hay tiempo para eso,  en que la mera consagración se vuelve tan estólida, veloz, inclemente, en que los patrones de la cultura de masas nos vuelven cada vez más analfabetos y más receptivos para la mediocridad, las consignas gastadas, la palabra baja, donde la estandarización de los sentimientos conduce a la represión y la desconfianza frente a toda originalidad en tanto algo incompleto y provisional, exploratorio. Exploratoria es la presencia de una mujer que canta y toca el acordeón, de un joven que toca el serrucho y le arranca una especie de llanto, y todo eso, con cierto sentido de la belleza, porque, según una frase que se atribuye dudosamente a Antonio Gala, “la belleza es la sorpresa”. Dar al otro algo menos de lo que espera es darle algo más, porque el otro espera lo que espera. Si a uno no le gustan las sorpresas, y menos las que traen de menos, no es culpa de Les Jubilet. Ellos sólo alcanzan a expresar o inexpresar, con maestría y buen gusto, la melancolía por lo que nos falta y nunca podremos completar, llámese objeto malo, bilis negra o como se quiera. Se experimenta cuando uno se levanta del palco y se va, caminando por la oscura recoba mientras los últimos acordes se pierden en la noche.

Dr. Kumalo

Palos para algunos, ciencia para todos

Mar del Plata, Domingo 9 de Diciembre

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Cerca de las 21 hs. llegó Científicos del Palo a Casa Rock. Venían del recital en el skatepark por el día de la democracia, organizado por la municipalidad. Popete bajó del auto, se acercó a un grupo de fanáticos y, entre risas y señalando a Pepo, dijo: “Uh, este pelotudo lo bardeó a Pulti y le pidieron el teléfono”, aludiendo a lo ocurrido unas horas antes en el Festival. Durante aquel recital Pepo había declarado su desprecio por el intendente de nuestra ciudad “porque tomaba whisky con Aldrey Iglesias”. Terminada la presentación, fue interceptado por gente que trabaja para Pulti, quienes luego de explicitar su desacuerdo con lo dicho por el cantante y guitarrista, exigieron su número de teléfono. Hay que decir que juntarse a tomar whisky con Iglesias es sólo una de las cosas malas que hace Pulti; también es amigo de Scioli. Juntos cierran bares, prohíben espectáculos en espacios públicos (siempre que éstos no los beneficien), se llenan los bolsillos con el negocio inmobiliario, promueven el monopolio mediático, mandan a reprimir a los trabajadores, llenan los bolsillos de la UTA, y la lista continúa.

Mientras tocaba Mínimo, la banda soporte, la pizza y la birra entretenían la espera de la Ciencia. A las 23hs. comenzó el recital con un clásico de Yerba Brava: Pibe cantina, utilizado como introducción de Somos el enemigo. El centenar de personas que llenó el lugar empezó a delirar con El cura, el militar y el dueño de las vacas, especialmente en los últimos versos: “Vamo’ a hacer escuelas con hueso’ de oligarcas, vamo’ a tapizar con sus pieles las aulas, pa’ que los changuitos aprendan de chicos que a este país lo han hundido los ricos”. Perón, el Che y los solos de guitarra se combinaron de una forma única haciendo rockear a la totalidad de los presentes.

Un momento científico de la noche ocurrió cuando Tarde fue entonada por el público, mientras la banda marplatense tocaba la música de fondo. Aquella canción que trata sobre la triste vida de un laburante explotado. Aquella canción que cuenta la historia de todos los laburantes.

El show repasó canciones de toda su discografía, incluso de aquella época en La Mula Plateada, donde, como ellos dicen, “la calidad de audio brillaba por su ausencia, pero era un fenómeno auténtico”. El dormijito, Los gomias, No son y Voy al mazo recordaron aquellas épocas de Alem en las que la birra no estaba prohibida después de las 4, se podía fumar un porro tranquilo y a la salida, en la calle llena de gente y a las siete de la mañana, te desayunabas un shawarma de bajón. ¡Qué lejos quedaron aquellos tiempos felices de Alem! – ¡gracias Pulti, gracias Iglesias!-.

Los temas que completaron el recital fueron Until the victory, chango; Código morsa; Llame jha; The war is over; Yankis gojom; Es posible un mundo mejor que este y La primera palada inaugura el funeral. También tocaron La revolución de mayo y El restaurador, adelantos de su de su próxima producción discográfica titulada La histeria argentina.

Científicos del palo continúa sonando tan bien como siempre. Los marplatenses tienen la enorme capacidad artística de no repetirse. Disco a disco sus ritmos varían y no temen experimentar nuevas cosas. Cambian, pero siguen siendo ellos. Evolucionan como la ciencia.

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Gris Topo, Fiesta Negra y Naranja Mecánica

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EXTRAS:

Página Oficial: http://www.cientificosdelpalo.com.ar/

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